En el mundo actual, los factores económicos y medioambientales desempeñan un papel crucial en la configuración de la sociedad. Desde las oportunidades de empleo y la desigualdad de ingresos hasta las catástrofes naturales y el cambio climático, estas cuestiones tienen un impacto directo en la vida de las personas y las comunidades.
Sin embargo, no sólo los gobiernos y las grandes empresas tienen poder para tomar decisiones y efectuar cambios. Las masas, o la población en general, también tienen capacidad para influir en las políticas y decisiones económicas y medioambientales. En este aspecto, conviene saber cómo ciertos factores afectan positiva o negativamente a la sociedad y hacen que ésta se vuelva un elemento determinante en ciertas decisiones.
¿Qué es el coste social?
Es esencialmente el coste total para la sociedad que resulta de una actividad, o dicho de otro modo, cualquier externalidad negativa asociada a dicha actividad. En este sentido, se habla de una actividad que afecta negativamente a un tercero sin repercutir directamente en el participante. Incluye todos los costes, tangibles o intangibles, financieros o no financieros asociados a ella.
En general, con en este termino se incluyen los daños medioambientales, los impactos sobre la salud humana y las pérdidas económicas o la disminución de la productividad debidas al aumento de la carga sobre los servicios públicos y las infraestructuras.
En pocas palabras, es un concepto económico que ayuda a comprender el efecto de ciertas acciones tomadas por terceros en la sociedad. Suele calcularse sumando los costes tangibles e intangibles asociados a esa acción o actividad.
Cuando se trata de las ramificaciones financieras de cualquier transacción, hay que tener en cuenta dos tipos distintos de costes. Por un lado, están los privados que están directamente asociados a la transacción en cuestión, como con los bienes o servicios que se intercambian. Por otro lado, están los externos, que son los que se imponen a individuos o grupos que no participan directamente en la transacción. Juntos, estos dos tipos de costes constituyen lo que suele denominarse el coste social de una transacción.
En este aspecto, es crucial comprender que los costes externos no son compensados ni cobrados por las partes implicadas en la transacción. Se imponen a terceros y a menudo tienen consecuencias negativas para ellos, como riesgos para la salud, daños medioambientales o pérdida de valor de la propiedad. Por eso es esencial tener en cuenta los costes sociales de cualquier transacción, en lugar de centrarse sólo en los beneficios. Esto permitirá una evaluación más precisa del impacto de la transacción y puede ayudar a fundamentar decisiones políticas encaminadas a equilibrar los intereses de todas las partes implicadas.
¿Cómo se genera un coste social?
Pueden generarse de muchas formas distintas. Por ejemplo, si una empresa produce bienes utilizando materiales y recursos extraídos de hábitats naturales, puede estar causando contaminación y destrucción de ecosistemas sin soportar ella misma ningún coste asociado.
Como resultado, estos daños se trasladan a la sociedad en general, lo que significa que todos los demás tienen que soportarlos de una forma u otra, aunque no hayan participado en su generación en primer lugar.
Si una organización produce residuos peligrosos, como productos químicos o envases de plástico, que acaban en vertederos o ríos, esto puede provocar la contaminación de las fuentes de agua potable, lo que conlleva elevadas facturas médicas para tratar enfermedades causadas por la exposición a estos contaminantes, así como pérdidas de productividad debidas a enfermedades causadas por ellos.
Otros ejemplos son la contaminación atmosférica causada por la quema de combustibles fósiles, que puede provocar enfermedades respiratorias, así como los efectos relacionados con el cambio climático, como el aumento del nivel del mar, todos los cuales recaen sobre la sociedad en general y no sobre los responsables de crearlos en primer lugar.
De esta forma se puede entender que la escala de dichas acciones es tanto pequeña como grande, ya que el factor determinante es cómo afecta a las personas y sus comunidades.
Impacto general.
Como vemos, es una medida de una decisión determinada que no puede asignarse fácilmente a un individuo o grupo, pero que se termina imponiendo. Por lo general, cuando sucede se debe a que no fueron contabilizados necesariamente en las transacciones de mercado y a menudo se pasan por alto en los análisis tradicionales de las decisiones económicas. Como tales, pueden suponer un perjuicio importante para la sociedad, que a menudo supera el beneficio que recibe de la actividad económica en cuestión.
En este sentido, se tienen factores medioambientales, los cuales desempeñan un papel importante a la hora de abordar los efectos en la gente. Por ejemplo, la contaminación se cita a menudo como una de las consecuencias medioambientales más significativas de determinadas actividades. Ésta afecta tanto a los seres humanos como al medio ambiente de muchas maneras.
Los factores económicos también son responsables, perjudican a las personas e incluso puede llegar un momento en el que se combinen con los problemas medioambientales.
- Estructura del mercado. El nivel de competencia en un mercado puede afectar a la sociedad en general. En un mercado monopolístico, por ejemplo, una sola empresa puede cobrar precios más altos e imponer costes externos más elevados, mientras que en un mercado perfectamente competitivo, la competencia puede ayudar a mantener bajos los precios.
- Bienes públicos y recursos comunes. Los bienes públicos y los recursos comunes, como el aire limpio, el agua limpia y los hábitats naturales, son bienes o recursos compartidos por muchos y que a menudo no se proporcionan ni protegen mediante mecanismos de mercado. El agotamiento o la degradación de estos recursos puede afectar la calidad de vida de la gente.
- Subsidios. Son ayudas financieras proporcionadas por el gobierno a determinadas industrias. Cuando son concedidas a la industria de los combustibles fósiles, por ejemplo, pueden aumentar el coste social de las transacciones relacionadas con la producción y el consumo de combustibles fósiles, al fomentar su uso excesivo y no tener en cuenta el daño al ambiente.
Esto permite a los individuos u organizaciones cosechar los beneficios mientras evitan responsabilizarse de algunos de los costes asociados. Como resultado, éstos se convierten en cargas que debe asumir la sociedad en su conjunto en el corto y largo plazo.
Oportunidades para mejorar.
Afortunadamente, hay formas de reducir dichas acciones para limitar su impacto en la sociedad. En muchos casos, esta situación puede mitigarse o incluso eliminarse mediante la aplicación de normativas y políticas adecuadas. Al aplicar multas a las empresas que contaminan o incentivando el uso de fuentes de energía renovables, es posible reducir los efectos en terceros de determinadas transacciones y crear un sistema económico más sostenible y equitativo.
Otra solución es educar mejor a las personas sobre las consecuencias de sus actos, para que sean más conscientes al tomar decisiones con posibles repercusiones en el bienestar de su comunidad. Después de todo, cuando se tienen las opciones para hacer las cosas bien, no hay pretexto para tratar de mejorar.