En el cuerpo humano se llevan a cabo toda clase de procesos que nos permiten llevar una vida adecuada, pero muchas de estas cosas pasan desapercibidas debido a su propia naturaleza, y es en este aspecto donde destacan principalmente los movimientos, los cuales pueden ser voluntarios o involuntarios.
Las actividades que realizamos a diario son muy naturales y muchas prácticamente están determinadas por la costumbre de varios años, pero aun así también existen otras acciones que se hacen sin nuestro control, pero que son igual de importantes. Si bien es algo difícil de notar, es conocimiento que nos ayuda a comprender lo complejos que somos.
Movimientos involuntarios y voluntarios.
Se trata de todos aquellos movimientos que realizamos, independientemente de que lo hagamos de forma consciente o no, ya que en el caso de los voluntarios, se tienen todas las acciones que hacemos de acuerdo a nuestra voluntad, tales como caminar, agitar los brazos o un simple gesto. Por otro lado, los involuntarios hacen referencia a lo que no podemos dominar, pero que continua haciéndose, porque puede ser tanto respirar, los reflejos o hasta las contracciones musculares.
Antes de hacer algo se suelen pensar las cosas o el curso que tomarán nuestros actos, pero como se puede apreciar, el cerebro y las señales nerviosas también se pueden comportar de forma independiente. En este sentido, lo que hay que entender es la función que se tiene en diferentes actividades del organismo y como es fundamental que algunas cosas se muevan incluso sin nuestro control.
Voluntarios.
Prácticamente se podrían considerar como la evidencia de los pensamientos, porque como se mencionó, son acciones que meditamos o reflexionamos antes de realizarlas. Se sigue un proceso donde las señales viajan desde el cerebro hasta la médula espinal, y de ésta se culmina en alguna extremidad, la cual se mueve de acuerdo a lo que cada individuo desea.
Es un sistema muy complejo donde están involucrados muchos aspectos del cuerpo, porque para que se manden los impulsos motores también debe existir una coordinación entre los sentidos de cada persona, la visión, el tacto u otros más, para saber como moverse en cada situación. Esto puede ser desde mirar un objeto con los ojos, intentar sujetarlo con las manos y saber por medio del tacto que ya conseguimos esto.
Involuntarios.
En este caso se tienen acciones sin control o no deseadas, pero que tienen otra clase de importancia porque se trata de respuestas naturales del organismo a ciertas situaciones que permiten que el cuerpo funcione correctamente. En este sentido, se pueden dividir en base a sus respectivas características y su propósito.
Reflejos.
Son respuestas a estímulos, las cuales suceden automáticamente y con una rapidez tal que incluso cuando las señales pasan por la médula espinal el cerebro apenas se está dando cuenta. Por esta razón funcionan como un medio de protección o adaptación y los ejemplos son muy variados y conocidos, ya que puede ser desde quitar la mano instantáneamente en una superficie caliente, hasta cerrar los ojos rápidamente cuando algo nos asusta o parece que nos va a impactar.
Se pueden agrupar por su naturaleza, aunque se pueden encontrar más casos:
- Distonia. Contracciones musculares constantes que afectan la postura.
- Temblores. Oscilaciones en partes del cuerpo que ni siquiera se pueden mover de forma natural.
- Mioclono. Espasmos arrítmicos.
Autónomos.
Hace referencia a las funciones que tiene el sistema nervioso autónomo, que de igual forma se divide en simpático y parasimpático, y donde se tienen tareas vitales para la vida, pero en las que no es posible intervenir. Aquí lo que se tienen son reacciones ante circunstancias diferentes, ya que por el lado parasimpatico se tienen tareas que ahorran energía, mientras que en el aspecto simpático se produce un estado de alerta que nos prepara ante eventos de peligro o mucho estrés.
En este sentido, se tienen funciones como la relajación de los músculos, mantener activa la digestión durante el sueño o la intensidad del ritmo cardíaco. Como se mencionó, también se presenta en condiciones más intensas como por ejemplo, cuando se dilatan las pupilas o el corazón late más rápido para que haya una mayor distribución de oxigeno.