El control del territorio es una parte esencial de cualquier sociedad. Es a través de éste que ciertas personas pueden establecer su autoridad y alcanzar sus objetivos. Esto también permite a una sociedad mantener su población y controlar sus recursos, por lo que al perder el control sobre todo esto, puede quedar sometida a la voluntad de otra sociedad o nación.
Esto se debe a que este tema determina dónde pueden vivir, trabajar y socializar las personas, además de que también decide quién controla los recursos y la economía. Por esta razón, las causas para que surjan estos conflictos son analizados con mucha frecuencia, ya que así es posible ver que lugares son más vulnerables y, entendiendo los efectos que esto tiene, se puede tratar de evitar este tipo de situaciones en la medida de lo posible.
Causas de los conflictos territoriales.
Disputa de recursos naturales.
La causa más común de este tipo de situaciones son los recursos naturales. El petróleo, el gas, los minerales y el agua son recursos valiosos que pueden utilizarse para apoyar el desarrollo económico y social de la gente. Cuando dos países comparten un recurso natural, suele surgir la tentación de tomarlo por la fuerza para cumplir sus propios intereses.
En este sentido, se pueden encontrar muchas variaciones a esta problemática, pero el fondo sigue siendo la repartición de los recursos. Por ejemplo, puede deberse a un cambio en la propiedad original de la tierra, al descubrimiento de nuevos yacimientos o a la construcción de un canal o presa artificial que bloquea el acceso a dicho recurso.
Diferencias culturales o políticas.
Algunos problemas son de naturaleza étnica y suelen implicar a grupos que se sienten injustamente tratados por el gobierno. En este sentido, los problemas pueden surgir de agravios históricos o de injusticias percibidas. Otros son de carácter económico y tienen que ver con intereses contrapuestos sobre elementos como el petróleo, el gas o los minerales, o por el hecho de buscar una posición de poder más firme.
Desastres naturales o migraciones.
Tras una catástrofe, como un huracán o un tornado, la gente puede verse obligada a reubicar sus hogares y hasta cambiar la forma de vida que llevaban hasta ese momento. Esto puede dar lugar a disputas por la tierra, los suministros de agua y otros elementos. Las migraciones también pueden provocar problemas cuando las personas se trasladan a nuevas zonas sin intención de compartir los recursos locales.
Consecuencias de los conflictos territoriales.
Desplazamientos forzados.
La consecuencia más directa de esta problemática es el desplazamiento de personas, que a menudo puede provocar crisis humanitarias. Esto perturba la vida cotidiana y puede aumentar las posibilidades de violencia y conflicto. Además, estas situaciones pueden dañar la cohesión social y debilitar la identidad nacional.
En este aspecto, este desplazamiento puede producirse de forma intencionada, al tratar de huir, como sucede con los refugiados. Lo importante es que esta situación suele provocar condiciones adversas de salud física y mental, especialmente para los niños y los ancianos.
Tras un conflicto territorial, las personas desplazadas pueden sufrir una serie de consecuencias negativas. Pueden perder el acceso a la asistencia sanitaria y a la educación, sufrir trastornos psicológicos y en general, ser más vulnerables.
Destrucción material y económica.
Las disputas también pueden provocar la pérdida de recursos económicos e infraestructuras. Estas hostilidades no sólo destruyen bienes valiosos, sino que también provocan importantes cambios en las actividades normales de la vida. Las necesidades básicas, como la comida, el agua y el refugio, se vuelven difíciles de obtener, y los negocios pueden verse afectados por ello.
En casos extremos, ciudades enteras o incluso países pueden quedar completamente destruidos. Aunque esta situación rara vez termina de forma feliz, tienen profundas consecuencias para la sociedad en su conjunto.
Esto se debe a que se combinan una serie de factores que pueden causar daños físicos a las infraestructuras y producir cambios medioambientales que pueden tener consecuencias a largo plazo. El coste global de un conflicto suele ser elevado y puede seguir afectando a una región incluso después de que hayan cesado las hostilidades, ya que la reconstrucción requiere de mucho dinero, pero es difícil disponer de éste, aun más cuando se considera que al perder territorio también se pierde económicamente.
Inestabilidad.
Por último, los conflictos territoriales pueden crear problemas políticos. Por ejemplo, cuando una facción controla todo el territorio de un país, puede ser difícil formar un gobierno que represente a todos. Esto puede conducir a la inestabilidad y dificultar el tratamiento de otras cuestiones importantes. Por lo general se suele dar una disputa de poder, donde cada quien ve por sus propios intereses.
En este aspecto, hay un ambiente lleno de incertidumbre, ya que es difícil saber cuales serán los planes del nuevo gobierno que se establezca, si seguirá los mismos principios y valores que antes, o incluso si se tendrá la misma sintonía cultural.
Al final, aunque el escenario parece muy desalentador, también cabe mencionar que hay muchas formas de resolver las disputas. Algunas soluciones implican negociaciones entre los dos grupos, mientras que otras implican el uso de la fuerza. Aunque las respuestas también pueden requerir cambios más amplios, lo que se buscan es la mejora de las relaciones entre todas las partes involucradas.