
El asco es una emoción poderosa que experimentamos cuando nos enfrentamos a algo desagradable, poco atractivo o que nos repugna de algún modo. Es una respuesta instintiva a los estímulos sensoriales que puede hacernos retroceder físicamente o alejarnos del objeto de nuestro asco.
Comprender la naturaleza de esta emoción y sus funciones puede ayudarnos a apreciar mejor su importancia y a utilizarla en nuestro beneficio en la vida cotidiana o al menos, a no verla como algo completamente negativo, sino simplemente como una respuesta natural.
Entendiendo el asco.
Suele desencadenarse ante determinados objetos, olores, sabores o ideas que percibimos como repugnantes o desagradables en algún nivel. La sensación suele ir acompañada de una reacción física, como expresiones faciales, sudoración, náuseas o incluso vómitos, así como de reacciones mentales, como miedo y ansiedad.
En la mayoría de los casos, el impulso de responder instintivamente con asco sirve para protegernos de posibles daños causados por el contacto con materiales o situaciones inseguros.
Orígenes evolutivos.
La base evolutiva de dicha emoción probablemente viene en parte como protección contra cualquier cosa que supusiera un riesgo o fuera portadora de contaminación o enfermedad potencial. Se cree que esta respuesta tiene su origen en la necesidad de nuestros primeros antepasados de evitar el consumo de alimentos podridos que pudieran causar mala salud o diversos tipos de molestias si se ingerían, y también explica por qué la visión, el sabor o el olor de ciertos alimentos pueden desencadenar una fuerte respuesta emocional en algunas personas hoy en día.
En este aspecto, cuando nos encontramos con algo que desencadena esta sensación, es frecuente experimentar síntomas físicos como:
- Encogerse de hombros.
- Apartarse de la fuente.
- Sentir náuseas.
- Sudoración.
- Taparnos la boca y la nariz por reflejo.
- Muecas exageras.
Impacto mental y cognitivo del asco.
La investigación ha demostrado que esto tiene impacto significativo en nuestros pensamientos, decisiones y comportamientos, con distintos grados según las circunstancias individuales y el contexto. Se ha demostrado que las personas tienden a ser más reservadas en cuanto a sus ideas cuando sienten asco, en comparación con las que experimentan otras emociones como alegría o miedo.
También se ha sugerido que unos niveles excesivos de asco pueden provocar actitudes negativas hacia las cosas, sobre todo hacia lo que se percibe como diferente, debido a un impulso humano hacia el mantenimiento de la normalidad, tanto en los hábitos alimentarios como en las interacciones sociales.
En este sentido, además de afectar a las actitudes individuales, también puede tener un impacto en sociedades enteras, al promover ciertos valores sobre otros debido a circunstancias culturales. Por ejemplo, las prohibiciones religiosas contra ciertos alimentos por ciertos miembros de un grupo social serán generalmente aceptadas por toda la población debido a su aversión colectiva.
Como son actitudes que forman hábitos, es difícil que un individuo que no ha comido cierto tipo de alimento durante toda su vida empiece repentinamente a incluirlo en su dieta. Es incluso posible que se generen ciertas reacciones negativas en su organismo que refuercen la idea de que es un elemento desagradable.
Esto demuestra que la historia personal y la cultura son factores que influyen en la aceptación de ciertos factores. Además, las distintas interpretaciones basadas en la experiencia personal pueden significar que la idea de una persona sobre lo que constituye ser «desagradable» puede diferir de la de otra, por lo que no todo el mundo puede reaccionar del mismo modo cuando se le presentan estímulos similares.
Aplicación en la vida cotidiana.
Como se ha mencionado anteriormente, experimentar asco puede tener una gran influencia a la hora de orientar las elecciones de comportamiento personal, ya sea para elegir qué alimentos comemos o decidir en qué actividades participamos, por lo que merece la pena considerar cómo nos sentiremos al respecto con ciertas cosas, no sólo basado en lo que dicta la sociedad, sino también en lo que nos hace sentir cómodos personalmente.
En ultima instancia, es evidente que comprender cómo respondemos emocional, mental, social y culturalmente contribuye de forma significativa a formar nuestras propias opiniones sobre las ideas asociadas a dicha emoción, especialmente cuando se trata de elementos lo suficientemente sensibles como para desencadenar respuestas de evitación.
Por ello, es importante que las personas en general, reconozcan este importante aspecto inherente a la naturaleza humana. De este modo se puede ver por lo que es, una simple respuesta de nuestro propio organismo, única para individuo y, que en cierta forma, define nuestros gustos y preferencias.