El Imperio Romano tuvo una época de gran prosperidad y, en su apogeo, controlaba la mayor parte de Europa y parte del norte de África. Sin embargo, acabó cayendo debido a las derrotas, los problemas económicos y la corrupción. Si bien hubo intentos por retrasar lo inevitable, siendo la división del territorio una de las acciones más relevantes, tal vez también fue esto algo que lo termino hundiendo.
Aun así, es un hecho que fue gobernado por una serie de fuertes emperadores que fueron capaces de mantener el imperio unido y que pasaron a la historia. Sin embargo, con el tiempo y a merced de su propio peso comenzó a declinar. Si bien como un territorio unido era muy fuerte, también hay que entender el objetivo de formar dos poderes.
¿Por qué se dividió el imperio romano?
Éste empezó a perder influencia en Europa en los siglos III y IV, ya que a pesar de sus esfuerzos, muchos barbaros empezaron a saquear las ciudades y pueblos fronterizos de su territorio y, como abarcaban mucho territorio, esto hacía difícil su defensa. A esto también hay que sumarle los problemas económicos, la corrupción y los múltiples conflictos civiles que empezaron a sacudir al gobierno.
Ante esta situación, el emperador Teodosio dividió su imperio en dos, con sus hijos gobernando cada mitad, creando una parte oriental para Honorio y otra occidental para Arcadio. Sin embargo, ya sabemos que solo un lado pudo prosperar, ya que en el año 476 la parte occidental finalmente cayó, mientras que el lado oriental duró hasta el año 1453 en diferentes circunstancias y hasta con un nombre diferente.
De esta forma, era más fácil tener una administración que mantuviera el poder en la familia, y que estuviera más concentrada en sus propios territorios. En cada parte había un emperador, y se esperaba que hubiera más estabilidad al controlar mejor las fronteras que se tenían que proteger y tener gobiernos independientes que vieran por su propia economía y ciudadanos.
Una división anunciada.
A pesar de que Teodosio fue quien tomo esta decisión, la realidad es que antes se había intentado algo similar porque se presentaban las mismas complicaciones. El emperador Diocleciano instituyó la tetrarquía en los años 286-293. En este caso se tenia un conjunto de cuatro emperadores, dos Augustos y dos Césares.
Tiempo después, Constantino el Grande volvió a unificar al imperio romano y en el año 330 estableció Constantinopla como nueva capital. A pesar de todo, sus sucesores dividieron a menudo la autoridad imperial ante las invasiones que cada vez eran más constantes.
Tras la muerte de Teodosio en 395, se consolidó la división por medio de sus dos hijos, Arcadio en Oriente y Honorio en Occidente. Aunque se buscaba estabilidad, el cambio fue muy contrastante entre ambas partes, ya que mientras la parte oriental se fortalecía tras una crisis económica, la parte occidental comenzó a declinar desde dentro.
De esta forma, se podría decir que el propósito de esta acontecimiento era evitar lo que al final sucedió, la caída del imperio. Si bien la idea de que iba a ser más fácil gobernar no estaba del todo equivocada, también es un hecho que no se atendieron los problemas de fondo.
En este sentido, el declive no fue instantáneo, sino más bien gradual. Varios factores contribuyeron a la decadencia del imperio, tales como:
- Era más difícil mantener el orden a medida que se expandía.
- Cada vez más legisladores y gobernantes de Roma eran corruptos.
- Conflictos internos.
- Invasiones bárbaras.
Algo que también vale la pena mencionar, es que desde un principio, el lado oriental tenia cierta ventaja al momento de la división. Desde que Constantinopla había sido declarado como la capital, ya se tenia un indicio de que era la ciudad mejor posicionada tanto política como económicamente. Además, la zona era más fácil de defender y no estaban tan expuestos a los barbaros como el lado occidental.
Años de contraste.
La caída del imperio romano fue un gran acontecimiento que tuvo efectos de gran alcance. No sólo causó un inmenso caos económico, sino que cambió el tejido social de Europa y tuvo un profundo impacto en la historia del mundo. El declive que vino debilitó a los gobiernos centrales de toda Europa, preparando el terreno para siglos de conflictos e inestabilidad.
Sin embargo, en el que años más tarde sería conocido como el Imperio Bizantino, las cosas fueron muy diferentes, ya que el lado oriental pudo salir de las crisis y encontró la estabilidad necesaria que le permitió tener hasta 1000 años de estabilidad. Por supuesto, no fueron tiempos libres de problemas, pero sin duda fue el lugar donde perduro más el legado de los romanos.