Cuando se mantiene una conversación o se escribe un texto normalmente se trata de fundamentar todo lo que decimos o escribimos con información especializada en el tema, y aunque las herramientas para hacer esto son muy variadas, un elemento que destaca por sus características es el argumento de autoridad.
Cualquier tema es capaz de crear polémica o generar un debate muy productivo, pero si lo que decimos no tiene ningún sentido o alguna clase de fundamento es difícil darle seguimiento o ser tomados en cuenta. Por esta razón las personas suelen apoyarse en el conocimiento de alguien más para darle fuerza a sus propias palabras.
Argumentos de autoridad.
Se trata de un recurso argumentativo en el que una persona trata de defender su posición por medio de una cita de una fuente confiable, la cual normalmente suele ser una figura con bastante conocimiento del tema o cuya credibilidad es poco cuestionada debido a factores como el prestigio o la experiencia.
Como las fuentes citadas normalmente son confiables y tienen una posición adecuada para sustentar sus palabras, todo lo que se diga alrededor de esto adquiere el mismo nivel de credibilidad y confianza. Por esta razón son una herramienta y un complemento bastante útil para darle solidez a una hipótesis, premisa o razonamiento.
Evaluación de argumentos.
A pesar de todo lo que se ha dicho, también hay que considerar que no todas las citas pueden ser necesariamente correctas, porque al apoyarnos en el conocimiento y las palabras de otras personas, también se tiende a incluir su subjetividad en los temas en cuestión. Después de todo, las figuras citadas pueden ser investigadores, filósofos, pero también celebridades o incluso gente que no sabe nada pero que goza de cierta popularidad.
En este sentido, temas que generan un debate o una división entre dos perspectivas diferentes no necesariamente pueden tener argumentos de autoridad válidos para las otras partes. Es por esta razón que dichos recursos deben evaluarse y analizar incluso si es necesario utilizarlos en ciertas situaciones.
Características.
Con la mencionado anteriormente, estas herramientas deben seguir ciertas reglas para considerarse en esta categoría y poder ser utilizados como tal.
La fuente citada debe ser un especialista en el tema en cuestión.
Prácticamente es la base de esta clase de recursos y aunque puede parecer evidente, también es el primer punto que se pasa por alto. Esto sucede porque, por ejemplo, un experto en matemáticas puede tener ideas u opiniones sobre política, pero como no es un especialista en gobernar, sus palabras no tendrán mucho peso en el ámbito político.
No hay fundamentos para una idea opuesta.
En un texto o en una conversación se pueden citar a una gran cantidad de personas para sostener las palabras de alguien, y aunque se puede continuar haciendo referencias en un ciclo sin fin, lo que determina la fuerza de la autoridad es que no haya una premisa opuesta igualmente válida, porque en este caso su sustento sería muy débil y refutarlo bastante simple.
Objetividad.
Otra característica importante que deben tener este tipo de herramientas es la objetividad, porque cuando se tiene información o conocimiento subjetivo o influenciado por intereses personales, éste pierde su calidad y su fuerza.
En este sentido, si este recurso se utiliza para tratar de influenciar las ideas de un público en favor del autor del texto, cualquiera puede llegar y tratar de imponer su forma de pensar, lo cual evidencia que los razonamientos que se plantean no tienen una solidez basada en hechos o datos factibles, o en su defecto, que éstos son manipulados a conveniencia.
Al final, sólo por estar presentes y existir, es que las personas van dejando poco a poco conocimiento que en el futuro alguien más tomará. Todo lo que sabemos ahora es el resultado del trabajo de muchos años, y argumentos de este tipo no sólo son una base que le da fuerza a nuestras palabras, sino que también son una plataforma que se apoya en el conocimiento de los demás.