Una de las actividades que nos han acompañado desde principios de los tiempos han sido los juegos, ya que como todos fuimos pequeños alguna vez, tuvimos un deseo enorme de diversión que nos motivaba a ser creativos, convivir con otros niños y utilizar todo lo que estuviera a nuestro alcance como una forma de entretenimiento.
Con el paso de los años el conocimiento se va transmitiendo de persona a persona, y en el caso de las actividades recreativas sucede lo mismo, porque se adaptan y sobreviven a los tiempos. En este sentido, se tiene el testimonio de padres y madres y hasta abuelos de las formas en que se jugaba en el pasado y que aún están vigentes en el presente.
Juegos tradicionales.
Se trata de actividades populares de una época que han podido pasar de generación en generación como una forma de entretenimiento debido a su simplicidad, su asimilación al contexto de la época, pero sobre todo, por su capacidad para divertir. Suelen tener rasgos de la cultura en la que surgieron y además van incluyendo otros aspectos conforme van evolucionando.
Por lo mencionado anteriormente, el número de estas actividades puede ser tan grande como la cantidad de culturas en el mundo, pero la mayoría comparte ciertas características, tales como la transmisión oral, la transformación o el uso de reglas fáciles de entender. Otro punto importante es que en diferentes regiones se puede tener el mismo juego pero con ligeras variaciones.
Características.
Debido a que surgen en momentos donde no hay nada con que entretenerse, nacen a partir de la creatividad.
- Sus reglas suelen ser auto elaboradas, por lo que son simples y sólo se encargan de mantener el funcionamiento de la actividad.
- Están sujetos a la innovación de sus participantes, ya que su flexibilidad les permite incluir variaciones al juego.
- Aumentan el aprendizaje de nuevas experiencias.
Enseñanzas.
Un aspecto importante de los juegos tradicionales es que cumplen una función didáctica muy enriquecedora, porque permiten que los niños tengan la experiencia genuina de un grupo social, sus capacidades de observación se desarrollen y hasta sean capaces de comprender ciertos fenómenos físicos con las herramientas que utilizan.
Si bien muchas de estas situaciones también se pueden ver en otros juegos o deportes, en el caso de las versiones más tradicionales, la sencillez de los juguetes, las reglas y hasta la diversión permite que se aprecie el valor de los momentos que se pasa con los demás y de lo que se aprende al jugar.
Uno de los ejemplos más representativos es el de las escondidas, el cual puede tener muchas variaciones dependiendo de la región, pero en su forma más básica lo único que requiere son los participantes. De este modo, se garantiza la convivencia entre dos o más personas y tanto la diversión como el reto de la actividad dependen de cada participante.
Otro caso particular de esto son las canicas, las cuales hasta en la vida adulta pueden ser un elemento de colección, mientras que para los niños son una herramienta donde incluso se pone a prueba la capacidad analítica al medir la distancia o la fuerza necesaria para chocar dos canicas.
Creatividad detenida.
Como se trata de juegos que surgían de acuerdo al contexto histórico de la región, prácticamente se utilizaba lo que se tenía a la mano para divertirse y uno de los elementos más importantes en este caso era la creatividad. El detalle aquí, es que debido al auge de la tecnología y las diferentes medidas de entretenimiento que ofrece, muchas formas tradicionales de diversión se han ido perdiendo poco a poco.
El uso de celulares o incluso en la televisión han hecho que las generaciones más jóvenes se centran más en sus aparatos que en la socialización con otras personas y que por tanto, se vaya perdiendo el ímpetu y la innovación. Aún así, en momentos donde no se tenga nada más que la imaginación y un cierto número de participantes, siempre será posible encontrar la forma de jugar.