Cuando la llama de una veladora se extingue, ¿dónde va la luz que iluminaba la habitación? ¿Se desvanece en el aire como un suspiro o se transforma en una energía invisible que flota en el ambiente? Quizás, en el caso de las veladoras que se encienden en honor a los difuntos, esa luz tiene un destino más concreto: acompañar al alma del ser querido en su travesía hacia otro plano de existencia.
De ahí que en estas ocasiones se consuma con mayor rapidez, como si quisiera agotar todas sus reservas de luz para iluminar el camino del espíritu en su camino hacia la eternidad. Pero, ¿acaso la brevedad de la vida de la veladora no es también una metáfora de la fugacidad de la vida misma? Al final, todo se consume y se extingue, pero mientras tanto, podemos encender una llama que nos recuerde que estamos vivos y que nuestra luz puede guiar a otros en su camino.
¿Por qué se consume rápido la veladora en el altar del difunto?
Quizás sea porque el alma que partió al otro lado necesita más luz para iluminar su camino. O tal vez sea porque el universo siente su partida y se apresura a extinguir la llama para que no sufra más. Pero lo cierto es que, cuando la vela se apaga, sabemos que el espíritu del ser querido está en paz, y que su luz seguirá brillando en nuestros corazones para siempre.
También hay que tomar en cuenta que la llama es más grande que la de las velas normales. Esto se debe a que las veladoras están hechas de cera suave y tienen una mecha más gruesa que las velas tradicionales. Además, se consume más rápido debido a que su función es mantener una llama constante durante un largo período de tiempo, lo que hace que la cera se derrita más rápido.
La luz representa la luz divina que guía el alma del difunto hacia la otra vida. En el altar, la veladora es colocada en un candelabro, junto con otras ofrendas, como fotografías del difunto, flores, comida y bebida.
¿Cuánto tiempo dura?
Normalmente puede durar entre 3 y 5 días, dependiendo de la calidad de la cera y de la mecha. Sin embargo, en el altar del difunto, se consume más rápido debido a que su llama debe permanecer encendida durante un largo período de tiempo. Además, su duración puede involucrar otro tipo de factores, desde el tipo de persona que era, hasta el amor que recibió de sus seres queridos, ya que ellos querrán que su difunto se quede el mayor tiempo posible.
Por su puesto, la calidad de la veladora es un factor muy importante en su duración. Cuando son de baja calidad suelen tener una duración más corta, ya que su cera no es de buena calidad y la mecha no está fabricada con los materiales adecuados. Por lo tanto, es importante elegir una de buena calidad para que dure más tiempo en el altar.
La importancia de mantener una llama constante en el altar.
Es importante mantener la llama constante porque esta representa la luz divina que guía al espíritu del difunto hacia su lugar de descanso eterno. Por lo tanto, si se apaga, es necesario encenderla de nuevo para mantener la tradición y honrar la memoria del difunto.
Además, la llama simboliza la conexión entre el mundo de los vivos y el de los muertos, y mantenerla encendida es una forma de mantener viva esa conexión. En algunas culturas, se cree que la llama también tiene propiedades purificadoras y que ayuda a limpiar los malos espíritus o energías negativas que puedan estar presentes en el ambiente. Por eso, mantenerla encendida no solo es importante por respeto al difunto, sino también por protección y purificación.
Consejos para prolongar la duración de la veladora.
A pesar de todo, hay cosas simples que uno puede hacer para ayudar a que este pequeño tributo sea efectivo. Para prolongar su duración es recomendable no colocarla en un lugar donde haya corrientes de aire, ya que esto puede hacer que se apague más rápido. Además, es importante no mover el candelabro mientras está encendida, ya que esto puede hacer que la cera se derrame y la llama se apague.
Una calidez que perdura.
La llama de la veladora del difunto se desvanece lentamente, pero su significado perdura en la memoria de quienes lo recuerdan. Es un símbolo que nos conecta con lo sagrado, con la trascendencia y con la presencia de aquellos que ya no están físicamente con nosotros.
Su luz es una guía en la oscuridad de la ausencia y su presencia nos recuerda que, aunque hayan partido, siguen vivos en nuestra memoria y en nuestro corazón. Por esta razón es un símbolo importante que nos invita a honrar y a recordar a nuestros seres queridos que han dejado este mundo, y a mantener viva su memoria en nuestros pensamientos y acciones cotidianas.