En una cantidad increíble de situaciones, siempre es necesario tomar acciones para que las cosas se empiecen a mover. Aún así hay veces que es difícil identificar la mejor ruta para avanzar, por lo que se tiene que evaluar la información que se tiene, y tomar en cuenta los pasos para decidir algo.
Tanto en la vida como el trabajo, tratar de elegir una alternativa siempre nos permitirá abordar un problema de una manera racional, pero para que esto tenga más efectividad se tienen que analizar las etapas previas a realizar una elección. Es posible que se presenten eventos donde no es posible dar marcha atrás, de modo que hay que saber cómo desarrollar bien este proceso.
Toma de decisiones.
Prácticamente se trata de las acciones que tomamos para escoger algo relevante para nosotros, y que se puede dar en cualquier clase de entorno, tanto profesional, académico o incluso personal. Se puede ver como un procedimiento que busca un objetivo preestablecido entre una serie de opciones bien balanceadas, las cuales poco a poco se irán descartando hasta alcanzar una conclusión satisfactoria.
Cuando se tenga un dilema en particular, esta siempre será una herramienta muy útil para encontrar soluciones. Es una actividad muy recurrente en la gestión, pero como se trata de algo que puede llevar mucho tiempo, se suelen indicar una serie de puntos para hacer más productiva la elección.
Ubicar el problema.
Todo empieza por conocer la decisión que se tiene que realizar, y si se llega a estas instancias, es porque existe un inconveniente o algo que resolver. Es importante saber bien qué se trata de hacer, porque si desde la primera parte se empieza a ciegas, todo el proceso puede verse comprometido, además de que el tiempo invertido no se recuperará.
Reunir información.
Una vez que se esté seguro de que el asunto identificado es relevante, se tiene que recabar la información necesaria para tratar de darle solución. En este sentido, los métodos pueden variar porque se puede aplicar el conocimiento propio, es posible realizar preguntas a otras personas o simplemente hay que investigar más sobre el tema en cuestión.
Balancear las opciones.
Conforme se vaya avanzando, se irán ubicando diferentes problemas que habrá que abordar e incluso será posible trazar un plan para proceder de la manera más cómoda para cada quien. Si bien a veces resulta abrumador contar con muchas ideas, es mejor tener más de donde elegir para estar seguro de que al final se analizaron todos los planteamientos posibles.
Hacer consideraciones.
Durante este paso se profundizara más en la información que se tiene, tomando en cuenta factores como las consecuencias que se tendrían en el trabajo o la vida, las ventajas en el corto o largo plazo, e incluso los riesgos que se podrían presentar en el camino. Todo esto nos permitirá eliminar ideas hasta quedarnos con las que realmente nos pueden dar buenos resultados.
Decidir.
Prácticamente se tiene la parte más importante, porque se alcanza el objetivo de todo este proceso, que es alcanzar una decisión. Cabe mencionar que no sólo se está limitado a una, ya que dependiendo de la situación o el contexto, es posible tener dos o más alternativas igual de buenas.
Actuar y evaluar.
En la última parte es donde finalmente se procede a trabajar, y la gente trata de llevar a cabo las acciones que le parecieron más convenientes. Sin importar si se trata de un trabajo o un asunto personal, se requiere disciplina y compromiso para que todo esto haya valido la pena.

De igual forma, después de un tiempo será posible ver resultados y comprobar si se escogió la opción correcta de acuerdo a las necesidades de una empresa o persona, es decir, si se resolvió un problema o si las metas planteadas al principio se cumplieron. En caso de que la respuesta no sea la esperada, al menos ya se tiene la experiencia de todo este proceso para poder comenzarlo de nuevo.