
Desde que somos pequeños una de las cosas que siempre nos enseñan tanto en la familia como en la sociedad es a no mentir, pero conforme va pasando el tiempo nos vamos dando cuenta de que no es algo que muchos respeten y que incluso para uno mismo a veces resulta inevitable.
Aun así, se podría considerar que hay grados en lo que esto es aceptable, ya que si bien no siempre será posible hablar con la verdad, hay mentiras más graves que otras y que pueden reflejar tanto la educación con la que una persona creció, como el tipo de valores que se tienen. Por esto es importante conocer el origen y el impacto de esta actitud, ya que al ser conscientes de esto, se podrá dar una educación en el hogar o en la escuela que nos brinde mejores personas.
Causas de mentir.
Evitar regaños o castigos.
Estas situaciones son muy comunes en los niños y dependen más que nada de la educación que se da en las familias. Ya sea porque se hizo algo mal o porque se sabe qué habrá un castigo, en estos casos se suele recurrir a las mentiras para evitar un mal momento aunque también se empiezan a generar malos hábitos.
La educación familiar.
En este sentido se puede tratar de los valores con los que son educados las personas, ya que la honestidad y el respeto son fundamentales para evitar esto, pero también influye la forma en cómo los padres manejan las mentiras. Si un niño es regañado constantemente por sus acciones o se le imponen alguna clase de castigos, le será más difícil decir la verdad y mentir será el medio para sentirse más cómodo, por lo que la forma en cómo reaccionan los padres ante esta situación también es un factor que influye en la confianza de las personas para hablar con sinceridad.
Para encajar en grupos sociales.
Muchas veces la gente busca nuevas amistades y la mejor forma que tienen para agradarle a los demás es mentir sobre ellos mismos. Ya sea sobre el tipo de cosas que les gustan o las actividades que hacen en su tiempo libre, normalmente generan historias para impresionar a los demás y encajar en un grupo.
Para no herir a los demás.
En este caso se encuentran las denominadas mentiras blancas, que se dicen con la intención de no causar daño o porque no tienen mayor repercusión. Si bien no generan conflictos a largo plazo, es un hecho que se miente aunque sea con una buena intención, ya sea para ocultar una sorpresa o para tratar de ser más delicado con un comentario.
Consecuencias de mentir.
Provocan agotamiento mental.
Por muy pequeñas que sean las mentiras, estas se tienen que mantener ya que en la mayoría de los casos se tiene un efecto similar al de una bola de nieve, donde el problema solo se va haciendo más grande. Cómo son difíciles de mantener lo más probable es que lleguen a causar estrés en uno mismo y la ansiedad que se sentirá porque no descubran la verdad puede afectar la salud. Incluso es posible que pensar en cómo reaccionaran los demás al descubrir la verdad nos impida dormir adecuadamente y por ende, que se generen otro tipo de dilemas en la mente y el cuerpo.
Se evaden los problemas.
Una de las mejores formas para resolver las cosas es afrontando la verdad, pero si se hace lo contrario sólo se retrasa lo inevitable o no es posible alcanzar una solución. En este caso, mentir sólo sirve para complicar algo que podría ser resuelto en un instante o simplemente por no querer afrontar las consecuencias.
Arruinan relaciones personales.
Cuando se miente también se guardan secretos y esto puede afectar las relaciones familiares o las amistades. Hay gente que se puede sentir ofendida si se les oculta algo y si es un tema personal o más serio, puede que una amistad termine o que haya tensión entre algunos familiares.
Generan problemas de confianza.
Cuando las mentiras se van acumulando también es normal que sea más difícil confiar en las personas. Quienes recurren a las mentiras verán como es más difícil que las personas a su alrededor les crean algo, sus palabras y opiniones irán perdiendo valor e incluso se pueden llegar a aislar socialmente.
Problemas de autoestima.
La gente que se suele apoyar en esto para formar parte de grupos o encajar con ciertas personas tiende a acentuar sus problemas de autoestima o la confianza que tienen en si mismos. Al final, es uno mismo quien termina engañándose, por lo que se pueden presentar situaciones de depresión.