Tener un líder democrático al frente de una organización puede ser tanto beneficioso como perjudicial. La participación de los integrantes de un equipo siempre es esencial para cumplir cualquier tarea, pero también es un hecho que en algunas ocasiones es mejor que alguien tome el control y obtenga los resultados como sea.
Por esta razón, vale la pena analizar los puntos positivos y negativos de este enfoque, ya que puede resultar efectivo en ciertas situaciones, pero también habría que pensar en otros estilos de liderazgo de acuerdo a la situación. Al final, sabiendo que ofrece esta forma de trabajar, es posible tomar una decisión más informada sobre si implementar dicho estilo o no.
Ventajas de un líder democrático.
Mayor participación del público.
Una de las principales ventajas que conlleva la elección de un líder democrático es el aumento de la participación, que conduce a mayores niveles de compromiso entre los integrantes de un grupo a la hora de tomar decisiones importantes sobre los objetivos.
Esto permite a todos opinar sobre asuntos que les afectan directamente, sin miedo ni favoritismo por parte de quienes ostentan el poder dentro de una organización.
Mejores procesos de toma de decisiones.
Con la democracia en juego, cualquier decisión que se tome debe pasar por varias etapas antes de ser aplicada; en primer lugar, debe pasar por varias personas en los que se revisan sus méritos antes de tomar una decisión final. Esto garantiza que sólo se aprueben las acciones que hayan sido debidamente examinadas, evitando así una decisión fortuita que, a la larga, podría perjudicar más que ayudar a cualquiera de los implicados.
Mayor rendición de cuentas.
Existe un mayor incentivo para que dicho líder se responsabilice de garantizar que las propuestas analizadas por todos se cumplen. Esto crea un sentido de la responsabilidad entre los miembros de un equipo, porque ahora también son responsables de los procesos para la consecución de los objetivos de una empresa.
Ventajas de un líder democrático.
Progreso más lento debido a los debates sobre las decisiones.
A pesar de los muchos beneficios asociados a este estilo de liderazgo, también existen ciertos inconvenientes, el principal de los cuales es un progreso más lento en general debido al tiempo dedicado a debatir cada uno de los puntos planteados.
Especialmente en los casos en que dos partes discrepan con suficiente vehemencia, lo que paraliza todo el proceso hasta que se alcanza un consenso por todos. En esta situaciones es donde se tienen que hacer presentes las cualidades de un líder para tomar una decisión firme. Sin embargo, hacer esto también implica dejar de lado los principios de este enfoque particular.
Abuso de poder.
A pesar de que puede ser un enfoque transparente, sigue existiendo la posibilidad de que se produzcan abusos de poder si no se controlan, ya sea por parte de una sola persona o de varios contra unos cuantos.
La situación se produce cuando una persona concreta adquiere demasiada influencia en los procesos de toma de decisiones, lo que le lleva a tomar decisiones sesgadas que favorecen sus propios intereses a expensas de los compañeros de trabajo. Este escenario deja poco espacio a las opiniones discrepantes que desafían el statu quo, lo que puede ahogar la creatividad y la innovación necesarias para generar mejores resultados.
Menos control del líder.
Como se ha mencionado anteriormente, cuando la democracia está presente, un gran número de opiniones diferentes se debaten y discuten, lo que conduce a un resultado final a menudo muy alejado de la intención original de la idea propuesta al principio. Esto puede provocar que la figura del líder pierda autoridad y si no se tiene cuidado, que no haya control sobre futuras decisiones.
Aunque el aspecto positivo es que ofrece a todos la oportunidad de expresarse libremente, también tiene el inconveniente de que carece de una visión centralizada capaz de dirigir las acciones hacia la consecución de los objetivos deseados, que se fijaron inicialmente, dejando espacio para que la interpretación de las preferencias personales primen las agendas colectivas.
Riesgo de que se apliquen acciones impopulares por mayoría.
Un problema digno de mención sería el riesgo de que las decisiones impopulares pasen desapercibidas sin que se produzca un debate adecuado en torno a la elección del tema. Aunque la regla de la mayoría funciona de maravilla, muchos escenarios son inherentemente defectuosos, lo que hace que ciertas voces no sean escuchadas.
Aunque unos cuantos ofrezcan comentarios razonables para no aplicar ciertas acciones, mientras se promueva la participación de todos, siempre habrá cierto nivel de descontento. Para un líder democrático esto es más complicado porque al darle voz a sus compañeros, pero hacer cosas donde sus propuestas no tiene lugar, se crea una sensación más directa de que no son escuchados.