El aval se presenta como una figura jurídica y financiera de gran utilidad en múltiples transacciones, brindando seguridad a los acreedores y facilitando la obtención de recursos o compromisos para quienes lo requieren.
No obstante, como cualquier herramienta o mecanismo financiero, no está exento de particularidades que deben considerarse. Si bien puede ser el salvavidas para cerrar un negocio o acceder a un préstamo, también puede representar una responsabilidad gravosa.
Ventajas del aval
Seguridad para el acreedor
El aval otorga una garantía adicional para quien otorga un préstamo o algún otro tipo de crédito. Esta garantía puede entenderse como una promesa de que, si el deudor principal no cumple, existe una segunda persona que asumirá esa responsabilidad. Esto incrementa la confianza del acreedor y facilita la concesión de créditos o préstamos.
Facilita la aprobación de créditos
El tener un aval, especialmente uno con buena solvencia, suele ser interpretado por las entidades financieras como una indicación de compromiso. Esta muestra de respaldo financiero a menudo puede traducirse en tasas de interés más bajas o en la posibilidad de acceder a montos más altos de financiamiento.
Herramienta de apoyo entre familiares y amigos
En numerosas ocasiones, familiares o amigos cercanos pueden actuar como avalistas para ayudar a alguien a iniciar un negocio, comprar una vivienda o cubrir una emergencia médica. Esta práctica, aunque tiene sus riesgos, también habla de la solidaridad y el apoyo entre seres queridos.
Posibilidad de renegociación
Si un deudor enfrenta dificultades financieras, la presencia de un aval puede abrir puertas para renegociar términos con el acreedor. La garantía adicional que representa el aval puede hacer que el acreedor sea más receptivo a modificar condiciones, dando tiempo o facilidades adicionales al deudor.
Mejorar condiciones crediticias
En ocasiones, aunque un individuo podría obtener un préstamo por sí solo, añadir un aval con buena solvencia puede mejorar las condiciones del préstamo. Esto podría reflejarse en plazos más largos, tasas de interés más bajas o montos superiores.
Protección legal
Al estar regulado por leyes y contratos, el aval establece parámetros claros de las obligaciones y derechos de todas las partes involucradas. Esto puede proteger al avalista en ciertos escenarios, especialmente si el deudor intenta abusar de su confianza o compromete al avalista sin su conocimiento pleno.
Desventajas del aval
Responsabilidad financiera
Ser avalista implica asumir un compromiso en representación de otra persona. La principal desventaja radica en que, si el deudor principal incumple con sus obligaciones, es el avalista quien debe enfrentar la deuda pendiente. Esta responsabilidad financiera puede ser inesperada y abrumadora, especialmente si el avalista no cuenta con los medios económicos para enfrentarla. En esencia, aceptar ser avalista es asumir un riesgo, y ese riesgo se materializa cuando el deudor no cumple.
Efecto en la capacidad crediticia
Cuando una persona actúa como aval, esto queda registrado en su historial crediticio. Aunque no haya desembolsado dinero, las entidades financieras lo ven como un compromiso potencial. Esto puede afectar su capacidad para solicitar préstamos o créditos en el futuro, ya que las instituciones podrían considerar que ya tiene una responsabilidad financiera pendiente, limitando su capacidad de endeudamiento.
Relaciones tensas
El dinero y las relaciones personales son dos elementos que, al mezclarse, pueden generar situaciones delicadas. Si el deudor principal falla en su compromiso y el avalista debe intervenir, esto podría generar conflictos y tensiones en su relación. Ya sea entre amigos, familiares o compañeros, la presión de una deuda pendiente puede dañar o incluso romper relaciones valiosas.
Proceso legal en caso de incumplimiento
Si se llega al punto en el que ni el deudor ni el avalista pueden hacer frente a la deuda, las consecuencias pueden ser más complicadas que una simple transacción financiera. Podría desencadenarse un proceso legal, lo que significa que el avalista podría enfrentarse a litigios, abogados, gastos judiciales y, en última instancia, a un veredicto que podría no ser favorable.
Pérdida de bienes
En algunos escenarios, el aval no solo es una garantía en términos de compromiso personal, sino que está respaldado por un bien tangible. Esto podría ser un inmueble, un vehículo o cualquier otro bien de valor. Si el deudor incumple y el avalista tampoco puede cubrir la deuda, dicho bien podría ser embargado o confiscado para saldar el compromiso pendiente, lo que representa una pérdida patrimonial significativa.
Desinformación o desconocimiento
Muchas personas, con la intención de ayudar, aceptan ser avales sin tener un entendimiento claro de lo que ello implica. La falta de información puede llevar al avalista a enfrentarse a situaciones inesperadas y a compromisos que no estaba preparado para asumir. Es fundamental que, antes de aceptar ser aval, la persona esté completamente informada sobre sus responsabilidades y potenciales riesgos. La desinformación puede resultar costosa, tanto económicamente como en términos de bienestar emocional.
El aval, como instrumento financiero y de confianza, es una herramienta que debe ser utilizada con cautela y conocimiento. Es indispensable reconocer tanto los beneficios como las responsabilidades que conlleva. La sabiduría radica en sopesar y entender estas ventajas y desventajas antes de entrar en cualquier compromiso financiero, recordando siempre que nuestras decisiones no solo afectan nuestra salud financiera, sino también nuestras relaciones y bienestar emocional.