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Juzgar y explicar son dos caras de la misma moneda, entrelazadas en el complejo tapiz de la interacción humana. Por un lado, juzgar nos permite dar sentido al mundo y categorizar a las personas y las experiencias. Es una tendencia humana natural que puede ser tanto útil como perjudicial. Pero, por otra parte, explicar nos permite profundizar en esos juicios, comprender de dónde proceden y ver las cosas desde una perspectiva diferente.
La relación entre ambos conceptos es a la vez conflictiva y cooperativa, lo cual puede darnos luz sobre su confusión para algunos. Cuando juzgamos, a menudo nos cerramos a otras perspectivas y limitamos nuestra comprensión del mundo. Pero cuando nos tomamos el tiempo de explicar, de compartir nuestros pensamientos y experiencias, nos abrimos a la posibilidad de crecer y de comprender más profundamente. Tanto si se trata de aclarar nuestra propia perspectiva como de intentar comprender las perspectivas de los demás, es un acto que tiene el poder de transformar el juicio en comprensión.
Juzgar.
Implica hacer una valoración moral de una situación o persona concreta. Suele basarse en valores y creencias personales. Cuando alguien juzga a otra persona, básicamente está haciendo una afirmación sobre su carácter y comportamiento, normalmente negativa. Por ejemplo, si alguien dice «Es tan egoísta», está juzgando a la persona en cuestión por su actitud percibida. También se pueden hacer juicios sobre situaciones o acontecimientos. Por ejemplo, si alguien dice «Eso estuvo mal», está dando a entender que lo que ocurrió es moralmente inaceptable en base a sus propios principios.
Explicar.
A diferencia del termino anterior, esto consiste en dar una explicación de por qué ha ocurrido algo o por qué alguien ha actuado de determinada manera. Se centra menos en las evaluaciones morales y más en comprender las motivaciones detrás de una acción o acontecimiento. No implica necesariamente aceptar o aprobar la acción en cuestión, sino que simplemente trata de comprender por qué ocurrió o qué pudo causarla. Por ejemplo, si alguien dice «Hizo eso porque se sentía amenazada», está explicando su comportamiento en lugar de juzgarlo.
Diferencias.
Entendiendo cada concepto individualmente, podemos ver que la principal diferencia entre ambos, además de su significado implícito, es el enfoque de cada proceso. Juzgar se centra en hacer evaluaciones morales, mientras que explicar se centra en comprender las causas y motivaciones.
Otra diferencia clave es que la primera implica crítica y desaprobación; cuando uno hace algún tipo de juicio a otra persona o una situación, esencialmente está diciendo que es incorrecta o mala. En cambio, la segunda no implica necesariamente criticar, sino que simplemente trata de comprender o tratar de hacerle entender a alguien más ciertas ideas que se han generado.
Importancia.
Comprender la distinción entre dichos términos puede tener implicaciones significativas en la forma en que interactuamos con los demás y navegamos por nuestras vidas y relaciones. Cuando nos enfrentamos a una situación desafiante o tratamos con una persona difícil, puede ser útil tomar distancia e intentar explicar su comportamiento antes de formarnos juicios sobre ella.
Esto nos ayuda a entender la razón de su actitud, en lugar de condenarles inmediatamente por sus acciones. Del mismo modo, ante las críticas de los demás, es importante recordar que se pueden hacer juicios sin tener en cuenta toda la información relevante.
En este sentido, es importante comprender la diferencia, para poder orientar mejor nuestra vida y nuestras relaciones de forma positiva. Juzgar demasiado deprisa sin tener en cuenta otros factores puede llevarnos a sacar conclusiones injustas sobre personas o situaciones, lo que puede tener consecuencias para nuestras relaciones con esas personas o grupos de personas en cuestión.
Del mismo modo, suponer que conocemos las motivaciones de alguien sin tomarnos el tiempo necesario para explicárselas también puede provocar malentendidos y sentimientos negativos entre nosotros y quienes nos rodean. Tomarse el tiempo necesario para aclarar y entender las cosas antes de emitir juicios nos ayuda a reducir la posibilidad de conflicto en nuestras relaciones con los demás.
Pensar antes de actuar.
Al final, cuando se trata de procesar información, es fácil perderse en el laberinto de nuestros propios prejuicios y creencias. A veces, nos encontramos confundiendo estos conceptos como si la línea que separara a ambos se hubiera difuminado, llevándonos por un camino de malas interpretaciones y malentendidos.
Esta confusión puede dar lugar a duras críticas o a descalificaciones injustificadas, obstaculizando nuestra capacidad de aprender, crecer y evolucionar. Es importante recordar que uno implica desglosar la información y hacerla accesible, mientras que el otro consiste asignar valor o valía. Al reconocer la diferencia, podemos evitar la trampa de sacar conclusiones precipitadas y esforzarnos por ampliar nuestras perspectivas.